Vivir en equilibrio en un momento históricamente tan complicado como el reciente en mi país sigue siendo una prueba diaria a nivel emocional; después del último fin de semana del mes de julio de 2024 tengo una nueva oportunidad de adaptabilidad como habilidad a desarrollar. Anclada en mi proyecto creativo una vez más exploro lo que hoy en mi entorno se llama situación país, ayer fue pandemia corona y en el futuro puede ser cualquier otro que se presente como un reto para alcanzar mi bienestar integral.

Poco más de 10 años han pasado desde que me encontré en una posición parecida, cuando el ritmo acelerado de los acontecimientos a mi alrededor estaba siendo muy abrumador para una madre en lactancia. Yo estaba muy ansiosa por los preparativos antes de las elecciones presidenciales que estábamos por vivir en 2013, viviendo ya década y media de un régimen corrupto sin alternancia en el poder, nos habían puesto en una posición de urgencia para reestablecer el orden democrático a través del ejercicio del voto. Me sentí muy afectada por los resultados viciados anunciados aquel abril, como ciudadana advertí las dimensiones políticas de lo sucedido y me interné en las plataformas online como únicos medios de difusión no censurados, pero rápidamente percibí que disparaban en contra de mi salud mental.

Así vivía el período después de mi segundo postparto que naturalmente debía ser hormonal, pero cada noticia nacional que llegaba me exaltaba al límite. Mientras aún conservábamos como nación la esperanza de un cambio, el timeline con mensajes cortos era desalentador. Cada cual lleno de impotencia expresaba sus opiniones y frustración, así que decidí poner un alto y desinstalé la aplicación que en 140 caracteres de manera expedita fungía libremente como medio de comunicación masiva desde nuestro epicentro tricolor.

Después de renunciar a leer publicaciones, solo consumía noticias en primera persona, le daba prioridad a bajar el ruido no necesario, pero en pleno discernimiento de lo que ocurría con nuestros derechos humanos. Los estragos de esos hechos recientes determinaron durante los años 2014 y 2019 lo económico y social. Sin notificaciones en mi teléfono inteligente y burlando el algoritmo de mis redes sociales aún estaba lejos de desconectarme de la realidad. Caí profundamente en un estado de ánimo en el que no me reconocía, sobrevivencia dentro de la crisis de servicios, la escasez de alimentos y productos básicos era el día a día, sin sueños y sin aspiraciones, respirando en modo automático.

Con el tiempo, un selecto sector de la población logró en resiliencia restituir la perspectiva del vivir, motivado a una amplísima variedad de razones, la realidad para muchos cambió. Dentro una rara burbuja con una extraordinaria economía local, por las razones incorrectas el aparato productivo se reactivó con inyección de remesas de familiares y una explosión de trabajo remoto como secuela del confinamiento.

Déjà vu, fue el inicio de agosto de este 2024, reviviendo tantos episodios ya vistos, las emociones también ya habían sido transitadas. El primer paso para reestablecerme de nuevo de este estado de ánimo era obvio: volver a filtrar el contenido que consumía a través de las redes sociales, pero ¿cuál era la fórmula que había utilizado en el pasado para encontrar mi norte emocional?, en un ejercicio de escritura para desahogarme, evalué en retrospectiva y descubrí que no había sido una receta infalible, pero si una manera efectiva a cómo responder ante los cambios que seguían sucediendo: utilicé mi energía creativa a la expectativa del próximo restablecimiento de nuestros derechos constitucionales el 10 de enero de 2025.

La energía creativa navega conmigo desde mis 20’s cuando fundé Tejidos Nina y la valoré en mí con el paso de los años. Mi proyecto creativo me acompaña desde antes de la explosión mediática del emprendimiento en las redes sociales, antes de que la edad me invitara a buscar mi propósito o la situación país me obligara a reinventarme. Desde 2003, detecto como dedicarme al rol de tejedora ha sido expansivo y nutritivo para mi vida, he experimentado una serie de beneficios que no solo se limitan a nuevos gustos, recreación o ganar dinero extra. En momentos de alta incertidumbre en mi espacio y tiempo, he protegido mi salud mental a través de: 

• Reducir la ansiedad: el ritmo repetitivo entre puntadas hace llegar a estados de relajación similar a una meditación, ayudando a disminuir los niveles de cortisol.
• Elevar las emociones: el avance entre las texturas refuerza el logro y la felicidad al promover la liberación de endorfinas.
• Aumentar la concentración: la atención plena entre colores entrelazados ayuda a fortalecer la memoria y distraer la mente de preocupaciones.
• Fomentar la paciencia: el proceso gradual siguiendo un patrón requiere tiempo y dedicación para obtener resultados satisfactorios.
• Reforzar la autoestima: finalizar los tejidos proyectan una autoimagen positiva al valorar de manera tangible el acabado de las piezas.
• Conectar en lo social: compartir experiencias y pertenecer a grupos con intereses en hilos y agujas abre oportunidades de interacción y aprendizaje.

Es evidente que un entorno adverso afecta nuestro bienestar general, pero, por si fuera poco, también la salud física se ve influenciada de manera positiva con este pasatiempo al:

• Favorecer la coordinación: el movimiento armónico de ambas manos facilita la destreza en tareas manuales y el ajuste espacial ojo-mano puede mejorar la precisión.
• Relajar la tensión muscular: la sensación de relajación al tejer se irradia de la mente al cuerpo al liberar la rigidez, especialmente en las manos y los hombros.
• Mejorar el sueño: en una rutina nocturna la sensación de las fibras entre los dedos puede convertirse en un ritual que crear un estado de calma preparando al cuerpo para el descanso.

En definitiva, las situaciones de la vida suceden a nuestro alrededor, en un mundo cada vez más complejo, un hobby como el tejido es un sistema de posicionamiento emocional más allá de una vía de escape de la realidad. Sustituye proyecto creativo por un hobby como el tejido, por cualquier actividad de dispersión con práctica constante que brinde un espacio seguro para crecer y evolucionar; el objetivo es expresarnos individualmente en una dimensión extraordinaria al mantener activa la curiosidad y desarrollar habilidades blandas, útiles para la resolución de problemas.